Este año es llamado de transición por las administraciones municipales y departamentales. Es el que se toman para planear mejor la ejecución que desean, para aprobar los planes de desarrollo y para coordinar las políticas públicas que quieren poner a marchar. Tal vez sea esa la razón por la que estos 12 meses no fueron de inauguraciones sonadas, ni de grandes anuncios, no obstante, se consolidan procesos en diferentes temas y avanzan polémicas decisiones que siempre tienen tela para cortar.
Si no fue un buen año en desarrollo de obras, sí se lograron ejecuciones importantes en la construcción del puente sobre la Quiebra del Billar con lo que se concreta un anhelo de la Doble Calzada, pero también se vieron pequeñas obras como la de un puente en una comunidad marginada en el sector de La Avanzada en Manizales o el esperado durante casi 20 años pabellón de la galería del corregimiento de Arauca que permitió por fin conocer la plaza de la localidad. Otras obras como la Avenida Colón y todo el Macroproyecto San José quedan en suspenso.
Este año en nuestra región estuvo marcado por la esperanza que daba venir del malo 2011, el cual nos dejó tragedias, puso en evidencia nuestros excesos con la naturaleza y nuestra vulnerabilidad frente al agua. Por eso, que se haya avanzado en el plan blindaje planteado en 12 pasos, que aún no se terminan, es entender que debemos corregir. No obstante, la actividad del volcán nevado del Ruiz sembró otra vez la duda sobre la competitividad de la ciudad, a lo cual se respondió con inversiones, mejoramiento del empleo y búsqueda de oportunidades. Ese vecino permanecerá allí y sigue activo, por eso no cesaremos en indicar que debemos aprender a convivir con él, a pesar de sus sobresaltos.
La guerra, aunque parece lejana ya de Caldas, sigue sembrando dolor en nuestras tierras, tanto para las víctimas de las Farc que no ven esperanza de que les resarzan los daños causados, como por los muertos que siguen poniendo las familias caldenses. Policías y soldados de esta tierra son víctimas en otras regiones de la barbarie de las Farc o de las bandas criminales y nos sigue doliendo. Por eso la idea de la paz, cuyos diálogos lidera precisamente un caldense de kilates como Humberto de la Calle Lombana, ojalá se concrete, pero necesariamente con algo de justicia, a cambio de reparación y de verdad. De lo contrario sería dejar abiertas heridas que siempre serán excusa para la venganza.
Esperamos que la clase política que se prepara el otro año para definir las candidaturas del 2013 al Congreso de la República se mire muy bien, pues el mapa ha cambiado y se requiere de unión para sacar adelante temas tan difíciles como el aeropuerto del Café, ayudas para solventar la difícil situación cafetera de los colombianos, proyección hacia una región del conocimiento y una integración real, más allá de las reuniones de buena voluntad. La incertidumbre por una posible inhabilidad que dejaría a Caldas sin gobernador sigue presente y hay que vivir con esa realidad que podría llevar a unas nada convenientes elecciones.
No obstante, en este mar de noticias, son muchas las cosas positivas, los caldenses que hacen quedar bien el nombre de la región, los que no escatiman a la hora de ayudar a los otros, los estudiantes que a pesar de la mala calidad general de nuestro sistema educativo sacan la cara para competir y ganar entre los mejores o los planes de emprendedores que todos los días apuestan por una región más competitiva. Una mirada a este año que pasó, nos puede permitir también ver las luces y sombras de lo que marca nuestro devenir. Por eso es importante entender en conjunto que recuperar el liderazgo de Caldas es responsabilidad de cada uno de los caldenses y desde donde estemos debemos asumir lo que nos corresponda para lograrlo.