Una torre es una estructura arquitectónica que, históricamente, ha sido utilizada con diferentes fines. Por un lado, una torre podía ser utilizada para aislarse y estudiar de manera objetiva y detenida diferentes fenómenos de la realidad. Por otro lado, una torre, como la de asedio, era utilizada como plataforma de combate y asalto. Por último, una torre podía considerarse el último refugio de una fortaleza, lo cual la convertía en un bastión inigualable. Hoy nace este pequeño baluarte de opinión al que he nombrado DESDE LA TORRE, el cual busca desarrollar brevemente documentos académicos y utilizar su contenido para comprender diferentes situaciones y acontecimientos cotidianos.
En días pasados tuve la oportunidad de estudiar un interesante documento escrito por Aesha Sharma1, candidato doctoral en la escuela de negocios Stern de la Universidad de Nueva York. El autor ilustra cómo las restricciones del presupuesto personal que afectan nuestro bienestar llevan a las personas a consumir bienes escasos o, en otras palabras, la manera en que buscamos aparentar lo que no tenemos cuando tenemos poco dinero.
De acuerdo con el estudio, los consumidores tendemos a calificar nuestro bienestar de una manera subjetiva. En general, tendemos a comparar nuestra situación en otros momentos de la vida y particularmente con personas que nos rodean, como el vecino o el amigo entre otros. Así, por ejemplo, si en un momento determinado estamos bien económicamente pero por alguna razón no podemos salir a comer a restaurantes tanto como antes lo hacíamos o con igual frecuencia que nuestros amigos, entonces tenderíamos a decir que nuestro bienestar ha disminuido o no es el que quisiéramos.
No todos los individuos son iguales en la manera en que manejan sus restricciones presupuestales para compensar sus hábitos de consumo. Por un lado, sugiere Sharma, algunas personas pueden no alterarse en lo más mínimo cuando se ven obligadas a reducir su nivel de gasto. Por otro lado, hay quienes, ante una menor capacidad de compra, ajustan juiciosamente su presupuesto para adquirir bienes sustitutos o buscar ofertas y promociones que les permitan continuar consumiendo ciertos bienes.
Sin embargo, existe otro tipo de individuos que, ante la frustración por su condición financiera y la imposibilidad de mejorar sus ingresos, buscan una compensación emocional que les permita recuperar su sentido de bienestar. Estos consumidores buscan adquirir bienes escasos cuya percepción de valor tiende a aumentar debido a ciertos atributos deseables que les otorgan popularidad, estatus y simbolizan un gran valor monetario. De esta manera, diariamente nos encontramos con individuos quienes no tienen para comer en la casa, pero que cuyo presupuesto garantiza las vacaciones, el televisor de 50 pulgadas o el carro último modelo.
Es curioso, pero cuando leía este documento recordé a muchas personas que he tenido la oportunidad de conocer, e incluso me ayudó a comprender por qué en ocasiones he pensado de cierta manera. En Manizales no es raro ver individuos de familias otrora todopoderosas aparentando lo que tal vez su declaración de renta desmiente. Pero lo más sorprendente de este comportamiento, es la manera en que los individuos lo transmiten a las organizaciones que gobiernan. Diferentes empresas, gremios, administraciones locales y territoriales, viven de compararse con su vecino o con lo que fueron en "tiempos mejores", y haciendo gala de su "alta alcurnia" fanfarronean y fantochan a costa de recursos públicos o de terceros.
Estocada: Es el colmo que el local del in bond de la ILC en el aeropuerto La Nubia, se haya convertido en el estanquillo de algunos privilegiados que con ayuda de la policía local adquieren productos libres de impuesto para consumo en Manizales.