Para los cristianos la noche de Navidad es un momento estelar en nuestra historia, es el momento, en el que, como dice el Papa Benedicto XVI: "Dios se ha hecho hombre, ha venido a habitar entre nosotros. Dios no está lejano: está cerca, más aún, es el "Emmanuel", el Dios-con-nosotros. No es un desconocido: tiene un rostro, el de Jesús". Un rostro de misericordia, amor, solidaridad, humildad y obediencia a Dios.
El rostro de Jesús se hace carne, se hace Dios-Hombre y está entre nosotros. Es un Dios solidario con nuestra condición humana y que quiso entrar en nuestra historia para divinizarla, para conducirla hacia el Padre. Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida, el que nos invita a gozar de la eternidad.
Es también una noche de luz, que llega a iluminar nuestras vidas y en el caso nuestro, nuestra nación. Una luz de paz, una luz que nos invita a que reconciliemos en lo profundo de nuestro corazón todos nuestros odios, deudas, heridas y venganzas. Es la gran oportunidad para que ese Dios, amor, en el cual creemos, nos ayude a transformar nuestras torceduras de violencia, egoísmo e individualismo. Colombia y cada uno de los colombianos, estamos interpelados por ese niño frágil y pobre que nos llama a la misericordia y perdón. Solo con un cambio profundo de corazón podremos darle a nuestra nación un nuevo rumbo para las nuevas generaciones: tiempo de paz y armonía, tiempo de solidaridad y equidad, tiempo de reencuentro y construcción común de sueños y esperanzas.
Hoy es una Noche de pleno sentido para nuestras vidas. Sentido trascendente, que nos abre al amor infinito de Dios, que nos invita a la entrega total, que transforma nuestra pequeñez en gran posibilidad, que nos siembra en el centro de nuestro corazón la esperanza, esperanza que rompe la barrera de la muerte, del dolor, del desengaño, de la tristeza, de la melancolía, de la negación.
Jesús, hecho hombre, confirma la dignidad de todos los hombres y mujeres. Nos recuerda que tenemos la vida como una misión, con una vocación de servicio y de construcción de condiciones de posibilidad para que todos los hombres y mujeres tengan vida y la tengan en abundancia.
Es momento para la reconciliación, para la unión en familia, para darle gracias a Dios por todos los favores recibidos, pero también para comprometernos con nuestra ayuda a vivir en un mundo más justo e incluyente.
Que esta noche de Navidad, dejemos que esa luz de Belén ilumine nuestro rostro con la imagen de Dios en nuestras vidas.