¡De malas, muy de malas, estos verbos pronominales! Aun escritores de larguísima trayectoria los maltratan. Entre éstos, el doctor César Montoya Ocampo, quien garrapateó la siguiente oración: "Madrugó el expresidente Uribe a levantar la colcha en donde guarecen sus candidatos a la presidencia de la república" (LA PATRIA, 31/1/2013). El verbo ‘guarecer’ es, sin duda, transitivo, por ejemplo, en esta frase: "El vecino guarece su medio circulante debajo del colchón". Pero puede ser también pronominal, verbigracia, en este botón: "Los primeros habitantes de nuestro planeta se guarecían de la lluvia en las cuevas". Lo he dicho muchas veces con machacona insistencia, cuando el verbo transitivo no lleva el reflejo ‘se’, pide a gritos un complemento directo. En la frase glosada, si es el ex presidente Uribe quien los guarece, este verbo debe ir en singular. Si son los mismos candidatos, ellos ‘se guarecen’. Elemental, señor. Y si esto es así, entonces la frase debió ser redactada de esta guisa: "Madrugó el ex presidente Uribe a levantar la colcha debajo de la cual se guarecen sus candidatos…". En el primer caso, la redacción debe hacerse de este modo: "…debajo de la cual guarece a sus candidatos…". En este ejemplo, el acusativo (‘sus candidatos’) pide la preposición ‘a’ para determinarlos. Es la lógica de la gramática.
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Generalmente, la preposición ‘en’ indica lugar, físico, unas veces ("en mi casa"); figurado, otras ("en un rincón del alma"). Puede también introducir complementos de tiempo, por ejemplo, "En 1605 salió la primera edición de la primera parte de Don Quijote de la Mancha". Y son muchas las locuciones de que hace parte (‘en veremos, en honor a la verdad, en avión…’). Las dos siguientes oraciones del columnista de LA PATRIA, Santiago Silva Restrepo, me hicieron desvelar reflexionando sobre el uso frecuente de dicha preposición en construcciones en las que debe usarse el adverbio ‘como’. Fueron éstas las culpables de mi insomnio: "Los individuos son iguales en la manera en que manejan sus restricciones presupuestales…"; "Pero lo más sorprendente de este comportamiento, es la manera en que los individuos lo transmiten a las organizaciones que gobiernan" (LA PATRIA, 4/2/2013). Y llegué a la conclusión de que dicha construcción constituye un solecismo, semejante al ‘que galicado’, vicio viejo, viejísimo, que se presenta cuando, contrapuesta la partícula ‘que’ al verbo ser, reemplaza a los adverbios ‘donde, cuando y como’, con los que sí se construyen frases castizas y armoniosas: "Es en Cuba donde se desarrolla el sainete "Diálogos de paz"; fue en el 2011 cuando en secreto empezaron su montaje; y es de esta manera como las Farc se burlan de gobierno y gobernados". La misma lógica debe aplicarse en las frases del señor Silva Restrepo, así: "Los individuos son iguales en la manera como manejan…"; "…es la manera como los individuos los transmiten…". Y que el señor Paulo Andrés Sánchez Gil corrija de igual manera esta su frase: "…y es la manera en que los antitaurinos se dirigen a la ciudadanía…" (LA PATRIA, Correo Abierto, 6/2/2013). Ya sabe cómo, cuándo y dónde.
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Frecuentemente, escribimos como hablamos. Unos más que otros. No obstante, casi siempre nos expresamos mejor en el lenguaje hablado que en el escrito: Cuando hablamos, por ejemplo, no le negamos al caso vocativo sus respectivas comas (–"Carlitos, vaya a la tienda…. -Pero, ¡mamá!..."), aunque chiquirriticas y casi imperceptibles, expresadas muchas veces con la sola entonación de la voz. Tampoco separamos el sujeto de su verbo. Es decir, pronunciamos todas las frases con los signos de ortografía (puntos, comas, signos de admiración y de interrogación…). Y así, no decimos ‘claro en Bogotá’, ni ‘claro esas competencias’, como el ex vicepresidente colombiano, Francisco Santos, en su lenguaje escrito, que no le mejoró su paso por esa chanfaina. Observe, señor: "Claro en Bogotá los tecnócratas se horrorizan"; "Claro esas competencias que se entregan a los departamentos…" (LA PATRIA, 4/2/2013). Conversando o pronunciando un discurso o haciendo una exposición, decimos: "Claro, en Bogotá…"; o, mejor aún: "¡Claro!, en Bogotá…"; O de esta manera: "Es claro que en Bogotá…", "Es claro que esas competencias…". Como lo hizo el columnista en esta frase: "Claro que una Colombia federal debe ser un punto de llegada…", aunque subentiende el verbo ‘ser’, construcción aceptada en un lenguaje no muy literario, aceptado, de todas maneras.
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"Se los dije", es una frase incorrecta gramaticalmente, si se trata de un complemento directo singular, aunque el complemento indirecto sea plural, verbigracia, "Ese cuentico de la buena voluntad de las Farc ya nos LO habían echado antes". Distinta la construcción, ¡claro!, si el antecedente (sujeto) fuese plural, así: "Esos cuenticos ya nos LOS habían echado mil veces". En la siguiente oración del señor Franco, Martín, el complemento directo, el enclítico ‘la’, que reemplaza a "la historia de Enke", tiene que ser singular, porque esta frase, el sujeto, es singular. Así escribió el columnista: "La historia de Enke (Robert), para resumírselas, va así…" (LA PATRIA, 5/2/2’013). Y para que lo vea más fácilmente, se la voy a redactar de la siguiente manera: "La historia de Enke, para resumírsela a ustedes, es ésta". "Va así", me suena a anglicismo esnobista.
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La VEINTITRÉS: La conjunción de todas las dolencias de una ciudad moderna.