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La verdad fraccionada

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En repetidas ocasiones hemos enfrentado desde este espacio las perversas actuaciones de la Corporación Cívica de Caldas que, en su afán mediático y de protagonismo, o en el afán personal de algunos directivos de cobrar venganza por odios viscerales, han detenido, interferido, dilatado o destruido grandes planes y proyectos regionales.

El tema de Aerocafé no ha sido la excepción. Se ha ufanado la CCC de haber sido la gestora del gran escándalo del proyecto y de la satanización de todo su entorno. Y con énfasis hemos sostenido que este es un proyecto vital para nuestro desarrollo y que hay que terminarlo por encima de sus enemigos; pero que aquí se mueven son los intereses personales, las intrigas y envidias de algunos constructores que estaban acostumbrados a ejecutar todas las obras, y la persecución direccionada de algunas directivas que buscan réditos políticos o que tienen aspiraciones a futuro.

Y el tiempo nos está dando la razón. Las últimas publicaciones y noticias relacionadas con el aeropuerto nos indican que la debilidad del proyecto comenzó desde los estudios y diseños. ¿Hace cuánto? Pues desde el año 2001, fecha en que se entregan los diseños definitivos del aeropuerto y, con base en ellos, se empieza todo el proceso de contratación. ¿Y quiénes estaban involucrados entonces en el proyecto? Entre otros: Germán Cardona, (alcalde de Manizales), Gilberto Saffón Arango (presidente de la junta directiva del Aeropuerto durante 18 años, y esposo de la presidenta de la junta de la CCC), Cámara de Comercio, Comité de Cafeteros (léase Emilio Echeverri Mejía), Aeronáutica Civil, y otros actores intocables de la región a quienes, obviamente, la CCC nunca vinculó dentro de sus "rigurosas investigaciones".

¿Y por qué no los involucra? Pues porque la CCC tiene como costumbre servir de mampara de sus protegidos. Y de acudir a los más perversos métodos en contra de inocentes, con tal de tender las cortinas de humo que oculten a los verdaderos responsables, cuando de sus amigos se trata.

De ahí que hoy guarden silencio (como también es su costumbre) cuando las investigaciones develan que la raíz del problema de Aerocafé no está en los constructores (que se han limitado a ejecutar las obras para las que fueron contratados), sino en la ligereza adoptada por los actores iniciales del proyecto, curiosamente todos aliados suyos. Y en cambio tengan encartados a actores accidentales, constructores profesionales, y personas sin responsabilidad, mando o decisión, lo que se ha convertido en un sofisma de distracción para dispersar la atención de los órganos de control y evitar que se investigue a quienes se debería.

También acaba de pasar con la decisión de la Procuraduría General de la Nación de absolver al exgerente de Edsa, Dr. Adolfo León Mejía Grand, de todos los cargos por el caso del chance en Caldas y de revocarle la sanción inicialmente impuesta. La misma CCC se encargó de aupar los procesos que se seguían en su contra, minando el prestigio, la integridad y el futuro del Dr. Mejía Grand, y a la vez tendiendo un velo que protegía a Emilio Echeverri Mejía. Pero cuando decretan la absolución, la CCC no tiene siquiera la gallardía de rectificar ni de reconocer que se equivocó, pues ya la misión estuvo cumplida y las miradas de los órganos de control se posaron en otros actores inocentes.

Y ahora viene el caso de las sillas del estadio. Este es tal vez el más perverso, pues a pesar de que no ha habido pérdida de dinero, de que existe un proceso de conciliación en la vía judicial pendiente de fallo, de que la propia Contraloría General del municipio está sirviendo de mediadora y de actora procesal, y de que el proceso ha estado expuesto al escrutinio de la ciudadanía, la CCC ha venido presionando de forma insistente para que se dicten medidas de aseguramiento, pues se encuentra ávida de sangre para justificar su inoperancia, su debilidad y su consunción operativa.

Sería lo más injusto. Porque ya no solo nos tocaría asistir a la manipulación de la verdad, al fraccionamiento de la misma y al direccionamiento de las investigaciones que orienta la CCC, sino que seríamos testigos de cómo la justicia se vería envuelta en su perversión y terminaría prestándose para ese juego de poder y destrucción que hoy plantea con sevicia esta Corporación.

Las evidencias de muchos casos que la CCC ha puesto en conocimiento de los órganos de control y de justicia son tan débiles, tan fraccionadas y con un fondo tan oscuro, que terminan con la absolución de los procesados, no sin antes haberse tenido que despojar de su patrimonio para invertirlo en la defensa y de haber sufrido el señalamiento moral y el desprestigio. ¿Cuándo se recupera el nombre después de que la CCC lo pisotea, lo somete al escarnio público, lo vapulea y lo señala como delincuente, corrupto o indecente? ¡Nunca! Por eso los jueces no pueden hacerle el juego a estas mezquinas intenciones, pues la majestad de la justicia no se debe mancillar por los intereses personales, politiqueros y mezquinos de la CCC, que actúa sin pruebas o con verdades a medias. Los jueces tienen que saber que lo que actualmente provenga de la CCC tiene un fondo débil, acomodado y perverso y que, en su gran mayoría, responde al fraccionamiento de la verdad para sus propios intereses.

Coletilla: muchos de los protagonistas de esta inquisición montada por la CCC tienen un rabo de paja de facilísima combustión. Va llegando la hora de ponerlo en evidencia…


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