Un sabio dijo a sus discípulos: "Hay dos formas de vivir: Orientados hacia el miedo, u orientados hacia el amor y la confianza".
Tú eliges qué rumbo tomas, y lo que te lleva a la Luz es amarte, amar y apoyarte en una firme confianza.
El miedo desaparece cuando la fe en Dios y en ti es grande. La fe y el miedo no pueden estar juntos.
Descansa en Dios, ora sin cesar, saca tiempo para relajarte y haz constantes actos de confianza.
Valora tus dones y, en lugar de esconder tus talentos, aprovéchalos y da un buen fruto con ellos.
Jesús insistió mucho en el buen uso de los talentos que cada persona tiene para ser feliz y hacer el bien.
Por lo mismo, no caigas en la trampa de menospreciarte o de justificar tu falta de ánimo y coraje.
Eres el resultado de lo que decides, no de lo que hayan hecho o dejado de hacer tus padres.
Asume responsabilidad por tu vida y sé un arquitecto de las circunstancias, no una víctima de las mismas.