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Que hablen los cafeteros

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En un mes y una semana se realizará una nueva edición del Congreso Cafetero y lo que allí se discutirá no será menos importante que lo que se ha debatido y acordado en pasadas cumbres en las que se dan cita los representantes de los comités departamentales, elegidos democráticamente por quienes son el alma y nervio de este sector: los caficultores.

Sin embargo el evento de diciembre próximo, desde mi punto de vista, es, quizás, el más importante de las últimas dos décadas pues en él estarán sobre la mesa los asuntos más álgidos de la realidad cafetera que al margen del significativo y trascendental repunte en la producción del último año, que llegó al 22%, encierran desafíos y muchas amenazas para la sostenibilidad y el fortalecimiento del gremio que es al fin de cuentas lo que se necesita.

Y es que el solo hecho de que en ese escenario se vaya a debatir el contenido de la llamada Misión del Café, documento elaborado por expertos en asuntos económicos con conocimientos en materia cafetera, que a juicio de quienes saben de verdad de café porque recorren fincas, hablan con los recolectores, ven las necesidades de las familias, revisan los arbustos y saben cómo por mínimos detalles endógenos y exógenos y no por simples variables macroeconómicas se pierden cosechas o se desvaloriza una inversión que encierra sudor y lágrimas, le dan la característica de trascendental a este representativo encuentro.

No soy experto en el tema y a él solo me liga hoy un profundo sentimiento de gratitud pues pertenezco a una generación que directamente vivió las mejores épocas del café gracias a que mi padre lo trabajó por años, para sus jefes y para él, cuando este producto fue motor de la economía nacional. No obstante ver la transformación que este sector ha tenido produce nostalgia. Hoy los cafeteros son sinónimo de sufrimiento. Hace entre 25 y 40 años se decía que chillaban más que una canastada de pollos, pero la plata se veía, para el cultivador grande, mediano y pequeño; para el recolector, en menos proporción naturalmente; para los pueblos y su comercio, y para el gobierno nacional que tomó miles de millones de esos dividendos y los puso al servicio del país para construir gran parte de la infraestructura vial que hoy todavía está, aunque algo transformada.

Pero leer y escuchar que lo hecho por la Misión del Café la cual dirigió en el último año el excodirector del banco de la República, Juan José Echavarría, con otros nueve expertos, parece no tener grandes novedades y que sus planteamientos son muchos de lo mismo con los que arrancó, según lo expresó a LA PATRIA y a Noticias LPTV Eugenio Vélez Uribe, genera desazón e incertidumbre como la que produce el presidente Juan Manuel Santos cuando hace alarde de que lleva el café en el corazón pues su primer trabajo fue en Chinchiná con la Federación de Cafeteros.

Y es que centrar parte de las propuestas en acabar con el Fondo Nacional del Café, prescindir de los comités de cafeteros y permitir la libre exportación de café, sin mayores controles de calidad, como lo explicó Vélez Uribe, es querer asestarle un golpe a la institucionalidad. El efecto de estos mazazos sería de tal magnitud que hasta el mismo gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, tan cercano al gobierno nacional, está en desacuerdo, y eso dice mucho. Seguramente hacia allá va lo que plantea la Misión que en resumidas cuentas, como se dice en lenguaje coloquial, apunta a que mucho de lo que más bien que mal hace y maneja el gremio pase a manos del gobierno. ¿Con qué fines? No serán sociales, son políticos.

Por eso mi llamado es que salgan los cafeteros, ojalá los viejos cafeteros (los que sí saben y más saben) de la mano de los actuales, muchos de los cuales son sus sucesores, y que tienen nostalgia por esta actividad, a hablar de lo que piensan se debe hacer. No es salir a marchar o protestar, es aportar ideas, es decir qué es bueno o es malo. Pero no permitir que un grupo de especialistas en macroeconomía le quiten la esencia a un sector que como el cafetero, además de dólares, le ha aportado practicidad, sabiduría y, creo yo, mucho beneficio social a este país.


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