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No le cabe la menor duda, el de Cartagena es de los mejores festivales de cine del mundo, el más antiguo del continente y el único que es absolutamente gratis.
No hay que ir a reclamar ninguna boleta, explica Salvo Basile. solo asistir puntualmente a las funciones y no esperar ser el número 699 de los 700 que entrarán al Teatro Adolfo Mejía ni ser el último espectador de Cine Colombia.
“Hay que agradecerle al Festival de Cine de Cartagena y a su fundador Víctor Nieto Núñez esta oportunidad, porque gracias al Ficci existen hoy el Festival Internacional de Música y el Hay Festival. Cartagena no ha podido darse cuenta que le debemos todo esto a Víctor Nieto” dice el actor.
Hace tres años lo nombraron en la presidencia del Festival, “me asusté mucho porque había críticas a la organización del Festival, pero la dirección de Monika Wagenberg ha sido providencial, porque ella se enamoró de Cartagena y de su Festival, y junto con el trabajo proactivo y conjunto de la Junta Directiva y de su gerencia, se ha logrado posicionar el Ficci como uno de los mejores festivales del mundo. Un festival que le pertenece a Cartagena y Colombia”.
Agrega que Monika se le ocurrió invertir el Cine en los barrios y crear Barrios al Cine, que este año pasó de tres a 30 buses, que movilizarán habitantes de Nelson Mandela, El Pozón, Arroz Barato, entre otros, y vendrán a ver cine en el Centro Amurallado.
Anécdota
No pierdo la oportunidad de volverle a preguntar a Salvo por aquel día en que descubrieron a Evaristo Márquez, quien jineteaba un caballo blanco por los maizales de Palenque. Gillo Pontecorvo miró a Salvo Basile y señaló a Evaristo Márquez diciendo: Este es. Pontecorvo miró a Basile y le reafirmó el hallazgo. “Ese el negro que necesitamos para la película”. Evaristo oyó a los forasteros y salió espantado en su caballo. Quien sabe qué estaría pensando. Entonces los dos se fueron a la plaza de Palenque y preguntaron si habían visto pasar a un negro en un caballo blanco y alguien dijo: “Debe ser Evaristo Márquez, que acaba de pasar como huyendo de un fantasma”. “Para qué quieren a Evaristo”, preguntaron los vecinos. Fue difícil explicarles que trabajaría como actor junto a Marlon Brando. “¿Evaristo?-preguntó una señora deslenguada: Él siembra maíz, no sabe leer ni escribir. Es mujeriego y borrachín”.
Pese a las malas referencias de los suyos, se convirtió en una estrella de cine. Y la crítica de cine americana dijo que su actuación estaba a la altura de Marlon Brando.
De antaño
Basile se ríe con su gracia latina y Caribe al recordar todo esto, mientras se acomoda el brazo fracturado en una reciente caída de su hamaca, y dice que“Cartagena era muchísima más bella, misteriosa y mágica que ahora. El avión en que llegué a Cartagena no podía aterrizar porque había un toro en la pista. Ir a La Boquilla a Bocachica era como ir a África. Y Bocagrande eran solo tres edificios y una calle pavimentada. Lo demás eran sus playas. No había Centro de Convenciones sino un inmenso mercado a unos pasos del Muelle de los Pegasos. En medio de las ruinas, la ciudad era más bella y humana. Y se podía bucear en aquella bahía que más tarde se llenó de mierda. Hoy tenemos una Cartagena moderna y reconstruida, fría, cachaca, una Disneylandia del Caribe, despojada de sus fantasmas. Hicimos de Bocagrande una réplica en miniatura de Miami. Nos tiramos a Cartagena”.
Estas estrellas que lleganPara Salvo Basile una strella de Ficci es el americano Paul Schrader, cuyos guiones han impactado al cine del mundo en filmes como “Toro Salvaje” (1980), “La última tentación de Cristo” (1988), “Al límite” (1999), de Martín Scorsese. Es una leyenda viviente que ha acompañado a una generación privilegiada de directores como Steven Spielberg, Francis Ford Coppola, Brian de Palma, George Lucas, Martín Scorsese, entre otros.
El cine colombiano
“Tengo una profunda admiración por el cine colombiano”, dice Salvo, quien vive hace más de 40 años en Cartagena y se considera un cartagenero más no solo porque recibió la nacionalidad colombiana, sino porque desde que llegó a la ciudad como asistente del director Gillo Pontecorvo para la filmación de “Quemada”, no pudo salir del embrujo de Cartagena y decidió no regresar a su país. Jamás intuyó que aquel viaje de filmación fuera definitivo en su vida: Aquí se casó con la cartagenera Jacqueline Lemaitre y habitó desde siempre la Ciudad Amurallada. Y se vinculó desde un principio en la vida cultural de la ciudad y el país. Cree que la película inaugural de Ficci 2013: “Roa”, es una super producción y muestra las nuevas apuestas del cine colombiano.
Le parece insólito que grandes filmes como Chocó y La playa, no hayan convocado más de cien mil espectadores en el país. “Hay que seguir insistiendo en la formación de públicos y qué buena oportunidad en el festival con Cine bajo las estrellas, Cine en el barrio y Barrios al cine”.