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Corrupción en la oligarquía

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La corrupción se volvio una neoplasia en la gran mayoria de hogares colombianos, posiblemente alimentándose de nuestra tolerancia, permisividad y alcahueteria. Es la real verdad de lo que es Colombia. Estamos inmersos en una sociedad que nos enseña que incumplir la ley y sus normas, es provechoso, tolerado y en algunos casos hasta aplaudido. Un ejemplo de lo anterior, es la frase del expresidente Uribe, quien con su soberbia inmensa, nos aconsejo que no aceptaramos el fallo de la Haya; mientras otros, defendian a nuestros mediocres "representantes" ante dicha corte Internacional, quienes fueron los realmente culpables. Nuestro bello mar ya se perdio, por lo tanto no debemos seguir ilorando sobre la leche derramada.

Volviendo a la corrupcion, la "famosa" quiebra de Interbolsa, nos enseña hasta donde el modelo neoliberal puede llegar, patrocinado de paso la impunidad, la cual florece en cada esquina o en algun apartamento de estrato ocho en Bogota. Estos personajes creen que lo que se ha hecho siempre, está bien hecho; creen que lo que hacen, es referente historico y olimpicamente siguen tumbando a la gente. Se inventaron una piramide de estrato ocho. Manejan patrones "transparentes", para apropiarse del dinero de los colombianos, generando de paso una profunda crisis financiera, semejante a la ocurrida en EEUU. Poseen una astucia maligna, pues la quiebra la fraguaron adquiriendo acciones de Fabricato, para presionar su alza y al mismo tiempo obtener prestamos por encima de las garantías reales. Asombra el grado en infiltracion del gobierno. El ex ministro de Hacienda Juan Carlos Echeverri fue de la junta directiva, el viceministro de Hacienda trabajo para ellos y el director del departamento de Prosperidad Social, segun comentarios de prensa, mantuvo alianzas con esta firma.

Lo mas indignante es que socios de gran importancia de Interbolsa aportaron a la campaña presidencial de Juan Manuel Santos más de 100 millones de pesos; lo peor es que esta famosa firma, es una de las ma yores colocadoras de la deuda pública del gobierno en títulos TES. Esto confirma la deformación y degradación de nuestra democracia.

El hundimiento de Interbolsa arrastró- a un conjunto de ciudadanos colombianos, heliotropos por naturaleza, tan dados a que su dinero lo trabajen otros, porque ellos pensando en una cirugia estética, en asistir a una corrida de toros en la mejor barrera de la plaza de Bogotá, no son capaces de hacerlo rendir a la medida de sus ambiciones, caprichos y aspiraciones sociales. [Mientras tanto en Colombia, el mínimo aumentó únicamente 22 mil pesos]. Posiblemente fue un castigo a la falta de imaginación de estos magnates criollos, quienes por pereza de trabajar su dinero, fueron estafados por algunos vecinos de barrio. Estoy seguro que todos los que invirtieron allí son iguales en su "desigualdad"; hacen parte de una clase social inepta, pero con mucho dinero, desbordada en los últimos años por la burguesía brasileña, chilena y mexicana así como por los nuevos traquetos criollos. Desprecian la lobería de nuestra clase emergente, algo corrupta, pero por su mediocridad son incapaces de manejar las propiedades y empresas que heredaron. Por eso los tumban fácil. Interbolsa no es del otro mundo, peregrina ni extraordinaria. Cada 5 o 10 años ocurre lo mismo. Antes muchos cayeron con los famosos Picas, el grupo Grancolombiano y con DMG; aunque esta no debe contar, porque es una vil y miserable copia para los estratos menores. Como lo expresé antes, todos son de los mismos clubes, viven en el mismo barrio y tienen apartamento en Miami o en Nueva York. Usan ropa de marca y tienen los mismos masajistas, peluqueros, sastres y modistos. Van a la plaza de Bolívar, únicamente a la posesión del Presidente de tumo. Confunden moral con status social. En fin... tanto los estafados’como los estafadores son de la misma clase social, pues solo "confian" en su misma casta o especie. Se entienden a las mil maravillas en sus engañifas y malabares financieros. Llama la atención que la Fiscalia y algunas superintendencias están investigando; deben saber ya muchas cosas, pues van a los mismos cócteles. Desgraciadamente para Colombia, estos escándalos de corrupción se han vuelto el pan de cada día, incluida la parroquia. Los nombres de los implicados han pasado a ser parte del arsenal de chistes recurrentes que convierten hechos de suma gravedad en parte de nuestro folclor. En el programa radial de Caracol "la Luciérnaga", el "padre Hoyos" hace semanalmente el consolidado del dinero que se roban en Colombia. Ya aprendimos a reír y a convivir con este desangre, pero por fortuna aún no hemos perdido totalmente la capacidad de asombro.

Es difícil de entender cómo políticos de reconocida tradición familiar, (ejempio: Los nietos de Rojas Pinilla), tengan una proclividad casi genética para apropiarse de los dineros públicos. La clave del asunto esta en analizar con sumo cuidado nuestra propia cotidianidad; allí se vuelve estiércol la ética, en virtud de la necesidad del momento. Desgraciadamente ya existen hijos de esta generación. ¿Cuando vamos a cambiar?


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