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La roya sigue aquí

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Hace cerca de cuatro décadas el hongo de la roya llegó a los cafetales colombianos. Para enfrentarla, desde la institucionalidad del gremio se impulsaron diversas estrategias fitosanitarias y de investigación para lograr su control y evitar sus perversos efectos en la producción del grano. Hubo un momento en el que se pensó que el mal estaba completamente controlado en el país, pero la crisis de bajos precios y la producción en caída ha hecho que se baje la guardia en la lucha contra este flagelo que amenaza con permanecer en niveles peligrosos.

En el oriente de Caldas la situación se observa como preocupante, y no se le ven salidas que lleven con rapidez la infección a niveles tolerables. Los palos sin follaje son la nota predominante, lo cual se traduce en problemas para mejorar la producción y la calidad del café que se recoge. A esto hay que sumar que la broca y la araña roja también están presentes y los pequeños caficultores requieren de una buena tajada de recursos para hacerles frente en forma efectiva.

Frente a este panorama, las esperanzas de que la producción mejorará este año se hacen inciertas y sin volumen suficiente de café las expectativas se centran en la recuperación del precio y en el control de la revaluación, situaciones que también navegan en un mar de dudas. Lo cierto es que los cafeteros deben mantenerse y seguir adelante, persistir en las buenas prácticas frente a sus cultivos y avanzar en las renovaciones, ya que no de otra manera será posible corregir el rumbo.

Adicionalmente, los nuevos árboles deben corresponder a las variedades más resistentes a las enfermedades y a las plagas, ya que insistir en las que son vulnerables es abrirle el paso al deterioro de los cafetales y a los problemas para la producción, tanto en los temas de cantidad como en los de calidad del grano. Hay que enfatizar en esto, porque pese a que se ha avanzado en la dirección correcta, no parece hacerse al ritmo esperado y los niveles de roya se mantienen y le restan competitividad a nuestros cafetales.

Ya sabemos, además, que la broca sigue haciendo daños y que la araña roja se ha extendido a diferentes zonas y en cantidad que no se veían antes, lo que hace la situación aún más difícil. Los cultivadores deben aprovechar y darles buen uso a las ayudas entregadas por el Gobierno, con el fin de obtener los mejores rendimientos, pero sobre todo mantener la viabilidad de una actividad que en el pasado le ha traído enormes beneficios a la economía nacional.

Hay que ser conscientes de que las condiciones climáticas adversas seguirán presentándose, y frente a esa realidad la peor actitud es actuar sin tomar en cuenta las recomendaciones hechas por los expertos de la Federación Nacional de Cafeteros, de la que también se espera un mayor liderazgo y determinaciones que apunten a la superación de la crisis, para lo cual tal vez es necesario que haya cambios en la cúpula, mayores ajustes administrativos y la fijación de claras políticas que nos lleven a la recuperación total.

Nuestro café es un patrimonio que debe ser cuidado con esmero y del que depende en gran medida la salud de nuestra economía. Si para este año tenemos la esperanza de que tanto el precio como la producción mejoren, resulta fundamental que se fortalezcan los programas que ayuden a los cultivadores a enfrentar la roya y garantizar que los cultivos estén sanos y fuertes. También habrá que confiar en el clima, para que permita que la cosecha del segundo semestre resulte generosa. 


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