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Una corrida de peligro, valentía y desencanto

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ssrestrepo@lapatria.com

Nuevamente el astro rey en todo lo alto contribuyó para que la tercera corrida de abono se abriera paso en la tarde de ayer. Tradicionalmente un festejo taurino debe ser un homenaje al toro, donde el torero y su adversario se estudian y entienden mutuamente para terminar consumando una especie de apoteosis contemporánea. Sin embargo, con algo más de media plaza colmada por aficionados, tuvo lugar un peligroso y denigrante espectáculo donde tres de ocho astados de la ganadería de Dosgutiérrez fueron devueltos con vida a los corrales. Dada la complejidad de varios de los ejemplares lidiados la tarde de ayer, este épico ritual taurómaco terminó en un descarnado espectáculo de pinchazos donde los matadores no lograron hacer honor a tal calificativo.

Toros muy clásicos en su estampa Murube y Santacoloma presentó el ganadero Jorge Gutiérrez ayer en Manizales. Un encierro heterogéneo que inició generando gran expectativa en la afición tras un primer ejemplar encastado y noble de nombre Congresista, pero muy diferente a ciertos padres de la Patria. Posteriormente, y con excepción del cuarto y quinto toro, sus hermanos de encierro mostraron altísima peligrosidad, complejidad y cierta mansedumbre en lugar de la tradicional nobleza que ha caracterizado a los toros este hierro.

Al veterano matador Sebastián Vargas le correspondió lidiar quizá los mejores ejemplares de la tarde de nombre Congresista de 466 kg y Carnaval de 472 kg de peso. Vargas ejecutó soberbios tercios de banderillas donde, acompañado de novelescos pasodobles, el cierre al violín causó furor y deleitó los tendidos. Su labor con la muleta fue distante y le hizo falta tanto quietud como elegancia en sus pases, ingredientes fundamentales para dejar de ser un torero de provincia. Una estocada bien puesta le permitió alzarse con dos trofeos en su primera faena, mientras que en su segunda oportunidad de la tarde, una estocada contraria le obligó a descabellar.

José Arcila, uno de los matadores locales, se enfrentó dos lindos toros: Festival de 478 kg y Aerolito de 446 kg de peso. José dio suaves visos de ortodoxia en algunos de sus lances con el capote, pero lució inseguro y un poco inmóvil con la muleta. En sus faenas se le notó las ganas de gustar a sus coterráneos pero con las estocadas tendidas en ambas oportunidades terminó desencantando y recurriendo al amargo descabello. En lo personal le deseo lo mejor a José y espero que en próximas tardes de toros muestre lo mejor de su arte, como en otras tardes en que lo he acompañado desde los tendidos.

El otro lidiador de la tierra, el manizaleño Santiago Naranjo, desencantó a la afición expectante ante su primera actuación en esta plaza tras ser tristemente derrotado en dos oportunidades por los astados Mambo y Organista de 450 kg y 440 kg. Dos toros peligrosos le impidieron mostrar un elegante arte que ha enseñado en otras plazas, lo cual desdibujó su actuación en Manizales. Santiago mostró valentía y coraje, sin embargo fue grotesco el espectáculo que presenciamos los asistentes cuando el “matador” desenfundó su espada, digno de una corraleja, pero muy por debajo de la altura de la Monumental Plaza de Toros de Manizales. Su presentación terminó con ambos ejemplares en los corrales tras tres avisos en sus dos ejemplares.

Finalmente, el rejoneador cucuteño, Willy Rodríguez, lidió a Cayambero de 440 kg y a Cuencanito de 478 kg. Rodríguez lució vistoso y colorido con sus rejones de castigo ante su primer oponente, que acudió juiciosamente al caballo en cada llamado. Montando a Jerez, el rejoneador calentó los tendidos con asombrosas banderillas ejecutadas al violín y, del mismo modo, los inmaculados pasodobles el Cariño Verdadero y el Gato Montés adornaron su segundo tercio de banderillas, el cual no brilló tanto como el primero, debido al corto o nulo arranque de su último contrincante. Sin embargo, en ambas oportunidades fue desilusionante ver cómo Willy falló una y otra vez en la suerte final, dejando a los toros en manos de un sobresaliente poco hábil con la espada.

Nota: Sebastián Vargas hace una honesta y aceptable labor como torero pero definitivamente fue un pésimo director de lidia, permitió el exceso de capote que desdibujó a varios ejemplares en lo corrido de la tarde y generó peligros innecesarios.


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