Como estamos todavía adormecidos por la época navideña y los eventos feriales, no hemos tenido tiempo para medir las consecuencias de las disposiciones tributarias adoptadas por el alcalde Rojas para este 2013. Y lo que se viene son lágrimas de sangre y un apretón económico para los manizaleños que entrará a afectar en materia grave las inversiones y nuestra calidad de vida.
El solo hecho de haberse dispuesto que el impuesto de industria y comercio se tenga que cancelar en una sola cuota, al momento de presentar la respectiva declaración, es una medida arbitraria, dolorosa y lesiva para los comerciantes que tendrán que desembolsar una alta suma de dinero, de una vez, en una época fría donde el comercio se muestra lánguido y recesivo, sumado a las negras intenciones de gravar a los propietarios de viviendas destinadas para alquiler y a los inversionistas que reciban dividendos o utilidades de empresas con domicilio en la ciudad.
Ya nuestro emperadorcito empezó a mostrar sus garras con una gran cantidad de embargos que les aguó las fiestas a miles de manizaleños que vieron sus primas navideñas, salarios y cuentas bancarias congeladas y sus dineros detenidos por órdenes judiciales, como si se tratara de criminales o hampones que merecieran ser castigados sin apelación. Esto, aparte de constituirse en una afrenta y de generar animadversión hacia la Administración Municipal, es un maltrato excesivo ocasionado por las ansias de sobresalir de un alcalde que encuentra en la fuerza, las rabietas y las malas maneras su propio arte de gobernar. Un arte que terminará por volverse al mayor factor de ingobernabilidad y que dejará hondas huellas en una ciudad que hoy se muestra alegre, tolerante y apacible.
¿Por qué no entrar en una etapa de persuasión, de conciliación, de cordialidad y de tolerancia, antes de proceder judicialmente para el recaudo de los impuestos? ¿Por qué utilizar la fuerza bruta, las opresiones legales, la prepotencia y el abuso de poder, en lugar de acercar al contribuyente y volver más amable el pago de los tributos? ¿Por qué atropellar descaradamente a personas y empresas cuya tradición en el pago es perfecta?
No sabe uno si todo esto es producto de la inmadurez del gobernante, del afán de mostrar su poder, de la improvisación en el manejo de lo público o de la falta de planeación y proyección. Pero lo que sí es seguro es que todo régimen en el que se violen los principios de amabilidad y buen trato termina por saturar al gobernado y por generar repudio a todo lo que se emprenda. El gobernante no puede darse el lujo de despreciar al ciudadano, ni de convertirse en su enemigo, pues aparte de haber sido él quien lo eligió, es para él para quien gobierna.
Los manizaleños llevamos ya un año esperando a que se nos muestre un rumbo, a que se nos indique cuáles serán las obras que se emprendan y cuáles serán los planes y programas efectivos para nuestro desarrollo. Y solo hemos encontrado represión, alcabala y desafueros. ¿Pretenderá el Alcalde que la gente pague sus impuestos con gusto sin tener un plan definido? ¿Que los manizaleños queramos invertir en la ciudad, cuando la propia Administración se encuentra al acecho de cualquier peso para arrebatárselo vía tributos? ¡No, Alcalde, las cosas no pueden ser de ese modo!
La paciencia tiene sus límites. Y cuando el ciudadano encuentra un gobernante déspota, tarde o temprano termina sublevándose, máxime si junto a ese despotismo no encuentra realizaciones, logros ni contribución al desarrollo. Bien valdría la pena que Jorge Eduardo Rojas entrara en una etapa de reflexión y concientización pues la ciudad no puede afrontar las consecuencias del poder desmedido, de la inoperancia administrativa y del abuso de autoridad. Y que se replanteara la forma como pretende financiar su funcionamiento, pues no es justo que se abuse del contribuyente y que el desestímulo a la inversión sea otro grave peligro que nos amenace.
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Cuando abordamos el tema de la alcaldía en esta columna, se despachan algunos áulicos del alcalde con sus improperios, insultos y amenazas que desbordan esas buenas maneras que reclamamos. Lo que no he podido encontrar es a alguna persona que defienda al Alcalde con argumentos o que haya podido desvirtuar las posiciones planteadas. Es muy triste entonces que se tenga que recurrir a esos medios para pretender silenciar las voces que revelamos la verdad y que manifestamos el inconformismo con la ineptitud con la que hoy se maneja a Manizales.