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Una sinfonía de pasodobles, mágicos toros y buen toreo

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ssrestrepo@lapatria.com / twitter: @ssrestrepo

Un cielo azul acompañado de pequeñas nubes propiciaron un ambiente ligeramente más fresco que en días anteriores, para dar cabida a la cuarta corrida de abono. Este compromiso taurino cargado de grandes expectativas por ese poderoso cartel que tanto en el papel, como en lo visto en otras tardes, generaba regocijo entre los aficionados. Con una plaza arriba de los tres cuartos en asistencia, sumado a los dos extraordinarios toreros, un excepcional rejoneador y seis hermosos toros de la ganadería de Ernesto Gutiérrez eran garantía de una tarde inolvidable.

Seis astados de fino ensamble y de nobleza angelical fueron presentados por el ganadero Miguel Gutiérrez ayer en Manizales. Dos toros de vuelta al ruedo fueron muestra de la profunda casta de los ejemplares que la ganadería de la casa brindó a la afición taurómaca durante este festejo. En particular, el toro de nombre Escalador que, con 480 kg de peso, se mantuvo en los medios, lugar donde solo los bravos ejemplares se sienten a gusto con cada llamado de su ejecutor. Si bien es cierto que este animal fue un toro excelente, como no se había visto hasta ahora en esta feria, no merecía el indulto que algunas voces pedían en la plaza y la vuelta al ruedo fue una sabia decisión de la Presidencia.

Así, la tarde empezó maravillosa cuando, lejos de cualquier otro de los alternantes vistos esta semana en Manizales, el matador sevillano Manuel Jesús 'El Cid' lidió su primer toro de nombre Mentiroso con 440 kg de peso. Un ejemplar que pese a cierta debilidad en los remos delanteros, permitió el lucimiento de 'El Cid', quién templado, con chicuelinas muy toreras en el capote y largos pases con su muleta erizó a la afición a ritmo del pasodoble Feria de Manizales. Del mismo modo, con su segundo ejemplar, de nombre Urdidor, de 480 kg de peso, 'El Cid', igual que aquel campeador del cantar épico español, dio una muestra única de torería, cuyos pases en el ruedo merecieron el haber sido acompañado del pasodoble Ópera Flamenca. Sin lugar a dudas este torero doblegó a voluntad a cada uno de sus oponentes, sin embargo perdió cualquier oportunidad de trofeo tras ser desarmado en dos ocasiones y propinar pinchazos antes de lograr culminar sus faenas.

A renglón seguido, el cautivante torero Luis Bolívar lidió a los ejemplares Dios Te Dé con 456 kg de peso, pitones cortos y nobleza como la de sus hermanos de encierro. Bolívar no lució a gusto con su rival en el capote y tras probarlo con pases simples poco vistosos decidió no brindarlo en su último tercio. Sin embargo, con su muleta, el colombo-panameño recogió sabiamente a Dios Te Dé, y tras doblegarlo le propinó exquisitos redondos que alegraron los tendidos al son de un pasodoble torero desconocido para este columnista. De esta forma, y tras no haber alzado trofeo alguno en su primer intento, Luis salió por todo en su segundo donde se lució con el capote y realizó una epopéyica labor muleteril. El pasodoble Puerta Grande acompañó gustosamente aquellos largos naturales, eternos redondos y finos derechazos que, junto una actitud muy torera, fueron dignos de tan esplendido toro. Tras una estocada limpia y colocada donde manda la tradición, Bolívar alzó dos trofeos y ganó la puerta grande.

Al cerrar la tarde, uno de los mejores rejoneadores de la historia contemporánea, si no el mejor, Pablo Hermoso de Mendoza, montó fantásticos corceles con los cuales lidió a los toros de nombre Cortesano y Buenamuela con 444 kg y 490 kg de peso, respectivamente. Con potencia y agilidad cada una de sus cabalgaduras permitieron que Pablo estremeciera los tendidos al torear al estribo como pocos rejoneadores en el mundo logran hacerlo. Fueron varios los ingrediente que permitieron que este rejoneador se llevara a casa cuatro galardones; por un lado su temple y tenacidad para colocar limpios rejones y todo tipo de banderillas. Por otro lado, un adiestramiento fuera de lo común sobre sus cabalgaduras que facilitaron a Hermoso utilizar el cuerpo del corcel cual capote para recoger y entrelazar a cada uno de sus adversarios en la faena. Y por último, dos esplendidos toros por su bravura y recorrido lleno de codicia al atacar la cabalgadura.

Nota: Maravillado con la honrosa presencia de la afición taurómaca bogotana desplazada por el virreinato petrista en que se ha convertido la capital. Esperemos que más pronto que tarde volvamos a disfrutar de apoteósicas tardes en la Plaza de Toros de la Santamaría.


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