La semana anterior no me sorprendió lo que ocurrió en Venezuela con la postergada (si es que lo reglamentaron así) posesión para un término más en la Presidencia de Venezuela. Para nadie es un secreto que en ese país una fórmula nepotista dio lugar para que Chávez consiguiera lo que quisiese, a excepción de unos contados casos del pasado.
Me llamó la atención, eso sí, el actuar de los medios latinoamericanos. Parecían tomar por sorpresa algo que se veía cantado. La esperanza de cambio que sembraron muchos de ellos en Latinoamérica tenía como previsión el desamparo que el gobierno Chávez le ha conformado a Venezuela tras sus muchos años en el poder y los que están por venir, si mejora su salud,
Sin embargo, el mismo Gobierno de Venezuela otorgó por su silencio todas las posibilidades de especulación a los medios de comunicación y finalmente a la opinión pública. El mandamás de Venezuela, Chávez, ha estado fuera de la lente pública y su estado de salud es un absoluto misterio. Además, es difícil confiar en partes médicos que a veces resultan conflictivos con la realidad y el historial médico de Hugo Chávez.
Durante los gobiernos del mandamás Chávez, la cultura del secretismo infiltró todas las instituciones de Venezuela. Es natural, puesto que el mandamás solo gobierna para sus seguidores y poco se preocupa por el bien de quienes discuten sus quijotadas y las del socialismo del siglo XXI.
La Constitución de Venezuela indicaba que Hugo Chávez debía posesionarse la semana anterior. Para el Tribunal Superior de Justicia de Venezuela no hay problema en ignorar, solo un poquito, lo que señalan claramente las leyes nacionales. El mandamás tiene sus virtudes con la justicia y también maneja con una delicada batuta la agenda legislativa.
¿Qué puede hacer Venezuela para superar una eventual crisis gubernamental por una posible falta absoluta del mandamás? ¿Quién quedaría en el poder? Hasta el momento, poco se sabe, pero quien más pulso tenga al lado de Chávez podrá seguir ofertando el socialismo del siglo XXI por Latinoamérica hasta que ese modelo colapse por completo.
El mandamás recomendó a Nicolás Maduro para ocupar su lugar en caso tal de dejarlo por selección natural. Sin embargo, el perfil político de Maduro es muy incomparable al de Chávez. No obstante, cuando Hugo Chávez comenzó su carrera política parecía una persona decente.
Consecuentemente, vi una caricatura en la internet donde Raúl Castro pide comprensión, pues no le resulta fácil gobernar dos naciones. Dice la imagen, “Critican, critican, critican… ¡Cómo si fuera fácil gobernar dos países a la vez!”
Como están las cosas hace algunos años, habría que agregar una cantidad determinada de naciones que han convertido a Venezuela en la caja menor de sus finanzas y en el aliado ideal para comprometer sus planes políticos. Los mandamases cubanos, que duran más que cualquier expectativa y vida, están con su compadre venezolano, cuidándolo de cerca. Necesitan mantener control y prevenir cualquier desmantelamiento de su estructura nepotista.
De lo que sí podemos estar seguros es de la calidad de pantomima política que está por iniciarse en el vecino país en caso tal de que se presente una ausencia permanente del mandamás. Todo con razón en la cultura del secreto que iniciaron hace algunos años, dando lugar y permiso a la destrucción por las especulaciones y permitiendo a la opinión pública afectarse gracias a la confusión.
El secreto y la reserva en un tema tan trascendental como la salud de un dirigente o presidente, solamente se presta para una cosa: destruir lo construido y perder todo control político, excepto en casos donde quien ajuste las reglas sea siempre el mandamás.
En Twitter: @luisfmolina