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La tregua de las Farc reveló el nuevo mapa de la guerra

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Este domingo termina la tregua unilateral de dos meses planteada por las Farc y el balance de esa pausa resulta para Colombia como el principio de incertidumbre del vaso medio lleno o medio vacío. ¿Fue positiva o negativa? Eso depende del punto de vista desde donde se mire. Lo que sí es cierto es que se habría revelado un nuevo mapa de la situación de esa guerrilla y de la misma guerra en el país.

También es cierto que durante la tregua sí se presentaron acciones de las Farc, como lo demuestra el seguimiento realizado por el Sistema de Alertas Tempranas (SAT) de la Defensoría del Pueblo, que cuenta con un registro de 57 acciones armadas ejecutadas por la insurgencia contra la población civil y la Fuerza Pública, entre ellas, instalación de artefactos explosivos y minas antipersonal, homicidios selectivos, combates con la Fuerza Pública con interposición de población civil, enfrentamientos armados con otros grupos armados ilegales y hostigamientos contra instalaciones policiales.

Estos hechos se registraron en los departamentos de Antioquia, Chocó, Córdoba, Arauca, Boyacá, Vichada, Tolima, Cauca, Huila, Meta, Guaviare, Nariño, Putumayo y Caquetá.

En todo caso, la tregua anunciada estuvo estrechamente relacionada con la mesa de negociación en La Habana (Cuba), en la que Gobierno y guerrilla exploran las posibilidades de un acuerdo de paz. Del hecho de que se hubieran presentado acciones guerrilleras en ese periodo se derivaron dos hipótesis principales: que la guerrilla está dividida y que, en consecuencia, no todos los frentes están representados en la mesa.

Esa situación, incluso, también explicaría la selectividad de algunas operaciones militares que se habrían enfocado en estructuras guerrilleras disidentes y que, paradójicamente, habrían fortaleciendo (dentro de esa guerrilla) la posición negociadora de los grupos de las Farc que están representados en La Habana.

En ese sentido apunta el análisis de Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), especializado en estudiar conflictos que generan violencia asociada a grupos armados y narcotráfico. Aunque asegura no tener datos o evidencias suficientes, plantea la posibilidad de que las Fuerzas Armadas hayan desarrollado un plan selectivo de ataques contra las estructuras disidentes de las Farc.

Restrepo señala como sectores disidentes de esa guerrilla a 'Pablo Catatumbo', en el Cauca (andino y del litoral Pacífico), y 'Joaquín Gómez' en el sur del país. Además, ubica otros grupos también disidentes entre Chocó, Risaralda y Antioquia, y uno más en el Catatumbo. “Los mayores niveles de actividad durante la tregua los encontramos en esas zonas”, asegura.

Precisamente, en dos de esas áreas se produjeron los más grandes y recientes bombardeos a finales del 2012. El primero en Ricaurte (Nariño), contra la columna móvil 'Mariscal Sucre', a comienzos de diciembre pasado (20 guerrilleros muertos); y el segundo en Chigorodó (Antioquia), al término del mismo mes, contra el Frente 5 (13 guerrilleros muertos). Ambas estructuras estuvieron activas durante la tregua, de donde se deduce que no habían acatado la orden desde La Habana.

“No me extrañaría ver un ataque fuerte contra 'Pablo Catatumbo'. Pienso que las Fuerzas Militares tienen que ser selectivas, y lo están siendo”, agrega Restrepo, y añade con cierta sorpresa: “Esperé encontrar una disidencia terrorista y radicalizada de 'El Paisa' (jefe de la columna Teófilo Forero'), pero no hicieron nada en este tiempo”.

¿SE REDUJO LA VIOLENCIA?

Según Restrepo, esta tregua sirvió, en últimas, para consolidar y saber exactamente quiénes están representados en la mesa de negociación. “En esto me aparto de afirmaciones que señalan que el 70 por ciento de las Farc están por fuera de la mesa. De acuerdo con nuestras cifras, entre un 70 y un 80 por ciento están en la mesa, pero sobre todo acataron la orden de cese al fuego”.

Para el analista, la tregua fue positiva porque significó una reducción de la violencia, “aunque es evidente que no fue completa ni todos los frentes de las Farc adhirieron a ella de manera disciplinada. Sin embargo, hubo una reducción sustancial de la violencia. Con cualquier estadística que se utilice, los niveles se redujeron significativamente”.

María Victoria Llorente, directora de la fundación Ideas para la Paz, sostiene que las cifras que se están manejando sobre la reducción de las afectaciones de la guerrilla, sobre todo en las zonas donde más actividad tienen, hacia el sur del país, “son impresionantes”. Para ella, alrededor del 80 por ciento de las acciones por iniciativa de la guerrilla cayeron durante ese periodo. “¿Cómo no va a ser eso un aporte importante para la paz?”.

“Con la tregua se demostraron cosas importantes. Contrariamente a lo que se ha venido diciendo, el hecho de que se hayan logrado reducir en un 80 por ciento las acciones, como lo demuestran las cifras de centros de estudios no oficiales, prueba que la comandancia de las Farc tiene todavía injerencia, a lo sumo, en el 80 por ciento de la organización”, dice Llorente.

En cambio, John Marulanda, coronel (r) del Ejército y analista en temas de seguridad, señala que para el país no hubo ninguna diferencia con la tregua. “Las Farc demostraron en esta tregua que están desarticuladas, al menos en sus mecanismos de comunicación. Y eso queda demostrado especialmente en el suroccidente del país y el norte antioqueño donde realizaron actividades de concentración, que le permitieron a la Fuerza Pública causarles más bajas”.

A su modo de ver, la tregua solo sirvió para corroborar que las Farc están incomunicadas o desarticuladas, y que trataron por todos los medios de aprovechar ese tiempo para reunir la gente que tienen, para reorganizarse. “No creo en las teorías que dicen que las Farc estaban cansadas y necesitaban un reposo. Ellos lo que necesitaban era reorganizarse”.

El cese al fuego les sirvió especialmente a los jefes del Bloque Sur ('Joaquín Gómez' y 'Pablo Catatumbo'), según Marulanda, para analizar su posición frente a lo que está sucediendo en Cuba. “Porque los que están en La habana no son precisamente gente que venga del monte, combatientes, a excepción de 'Iván Márquez', y eso que ya lleva tiempo en Venezuela. El resto no son de primera línea militar; son habladores de las Farc”.

“Los que están soportando el ataque del Gobierno, que están en el monte, básicamente en el suroccidente ('Joaquín Gómez', 'Pablo Catatumbo' y 'Fabián Ramírez') se reunieron hace como cuatro meses en Caquetá. Parece que están tomando distancia de lo que están discutiendo en Cuba, y eso apunta a una fractura de las Farc”, dice Marulanda.

La tregua también les ha servido a las Farc para acopiar recursos bélicos. En Sucumbíos, Ecuador, el primero de enero, asaltaron un puesto militar en Sansahuari y se robaron dos morteros, cuatro lanzacohetes RPG, pistolas, ametralladoras y munición. “En el lado colombiano, Orito y Puerto Asís, el rumor es generalizado: los frentes 32 y 48 están reagrupando sus milicianos”, asegura el militar.

LO QUE VIENE DESPUÉS

Acabada la tregua de las Farc, ¿qué viene? Esta es la pregunta que se hace el país tras dos meses de un cese unilateral e irregular de las acciones de esa guerrilla.

Para Jorge Restrepo, las Farc han descansado, se han reorganizado, se han apertrechado y han tenido tiempo para hacer inteligencia. “Debemos estar preparados para eso como sociedad. Creo que va a haber un arreciamiento de la violencia”.

Ese criterio se refuerza con el hallazgo, en las últimas horas, de una caleta del Frente 22 en La Palma (Cundinamarca), donde la Policía encontró 250 kilos de anfo y otro material, así como planos de tres escuelas de formación de militares y policías en Bogotá. Estaban preparando atentados que ejecutarían después del 20 de enero, dijo el director de la Policía, general José Roberto León Riaño.

“Pero las Fuerzas Militares también han tenido ese tiempo, que ojalá hayan utilizado para prepararse en términos de inteligencia, para detectar movimientos de tropas de la guerrilla”, agrega Restrepo.

“Creo que las Farc, lo más que pueden hacer, como están desestructuradas y menguadas militarmente, es atacar la infraestructura energética del país”, asegura John Marulanda.

“Especialmente en el suroccidente, en áreas como Putumayo, en donde la explotación petrolera se ha extendido mucho y los recursos militares no se han extendido en igual proporción. Podrán volar oleoductos, torres, puentes, carreteras, pero eso sería una demostración, una vez más, de debilidad”, advierte el oficial retirado.

A su turno, María Victoria Llorente cree que es posible que continúen con la dinámica que traían antes de comenzar la tregua. “Porque ellos mantienen su actitud arrogante. Necesitan seguir demostrando que valen militarmente y que pueden seguir haciendo daño, hasta que se llegue a un acuerdo final”.

Según la Defensoría del Pueblo, el total de Informes de Riesgo y Notas de Seguimiento que identifican a las Farc como fuente de amenaza comprenden 88 municipios en 19 departamentos del país.

Las zonas geográficas en la que es factible que se produzcan acciones violentas de las Farc después del 20 de enero son:

1) Región nororiente del país: los departamentos de Arauca, Norte de Santander (provincia de Ocaña y Subregión del Catatumbo) y la región del Magdalena Medio.

2) Región Centro Oriente: los departamentos de Cundinamarca, Meta, Vichada, Vaupés, Casanare y Guaviare.

3) Región Suroccidente, los departamentos de Putumayo, Caquetá, Nariño, Cauca, Valle del Cauca, Huila y Tolima.

4) Noroccidente y Norte del país, en los departamentos de Antioquia, Chocó, Guajira, Córdoba y Bolívar.

El análisis realizado por la Defensoría del Pueblo muestra que la mayor intensidad del conflicto armado se podría focalizar en el Sur Suroccidente y Nororiente del país, particularmente en los departamentos de Nariño, Putumayo, Caquetá, Cauca, Arauca y Norte de Santander.

Por eso, el Defensor del Pueblo, Jorge Armando Otálora, le recomienda a la Fuerza Pública reforzar los dispositivos de seguridad en las áreas identificadas en riesgo de posibles acciones violentas de las Farc para garantizar la protección de la vida e integridad personal de la población civil, de los bienes civiles y de la infraestructura eléctrica, vial, petrolera y de comunicaciones, teniendo en cuenta el enfoque preventivo durante el desarrollo de las operaciones militares para evitar daños mayores en la población civil.


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