Este nuevo año se nos ha venido con una cascada de acontecimientos de todo tipo que nos ha facilitado el trabajo a los escritores de columnas. Sin duda, las que más están sonando son las referentes al misterio de la suerte del presidente Chávez y a las peleas tanto a nivel nacional como internacional que se están presentando entre personajes de la mayor importancia para nuestro país y que han llegado a un nivel de insultos que nos han puesto bastante nerviosos y molestos.
No me explico cómo, siendo los latinoamericanos tan chismosos, nos hemos soportado el tremendo misterio que rodea la enfermedad del coronel presidente, que nos hace recordar épocas pasadas cuando en países como Rusia bajo el cruel régimen estalinista hacía desaparecer personajes adversos al tirano, y así permanecía durante largo tiempo, sin que la gente supiera lo que estaba pasando. Otro caso es el de Cid Campeador, quien aún después de muerto ganaba batallas amarrado a su caballo, pues su sola presencia ponía en huída a sus enemigos. Por esto es casi increíble que en pleno siglo XXI seamos testigos de la misteriosa desaparición de todo un presidente de un país vecino, de quien desde hace más de un mes solo un pequeño sanedrín conoce lo que está pasando.
Antes de su último viaje a la isla de Cuba, Chávez, conocedor del estado crítico en que se encontraba, informó a su país sobre la persona que debería reemplazarlo en caso de su muerte. Este nombramiento recayó en el vicepresidente Nicolás Maduro, tal como estaba previsto. Pero la cosa se ha complicado a un alto grado de peligrosidad para la estabilidad política de Venezuela, porque ha saltado a la palestra otro personaje siniestro, pero con gran poder entre los militares y es Diosdado Cabello. La razón de que nadie sepa qué le está pasando al presidente, se explica en que si Chávez está vivo el mandatario sería Maduro, pero si muere se ve muy poco probable que el presidente de la Asamblea se resigne a seguir siendo un político importante cuando puede llegar a convertirse en el señor presidente. Esta definición nos toca muy fuerte a los colombianos porque, aunque las relaciones con nuestros vecinos se han mejorado con la administración Santos, debemos tener presente que ninguno de lo dos candidatos han sido verdaderos amigos nuestros, y por el contrario varias veces se ha visto a Cabello en estrechos abrazos con los cabecillas terroristas de las Farc.
Estamos entonces en el filo de la navaja junto con Venezuela y, aunque por otros motivos, con países como Bolivia Ecuador y Nicaragua que ven con gran temor cómo se les puede desaparecer la ayuda tan importante que han venido recibiendo de este país y que lo más posible es que desaparezca al morir Chávez, porque por lo menos así lo ha hecho saber el señor Cabello quien seguramente convertirá la Revolución Bolivariana en una peligrosa dictadura militar, entendiendo que no será fácil que los militares se dejen quitar las extravagantes dádivas con que los ha tenido contentos el hasta ahora vivo en muerte coronel presidente. Esperemos que esto se resuelva lo más rápido posible y no explotemos en la incertidumbre, pues es mucho lo que tenemos en juego los colombianos.
Se me acabó el espacio, y por ahora no me es posible comentar los desagradables agarrones en que están enfrascados los dos personajes más importantes del país y que realmente nos están poniendo muy nerviosos, porque estamos reflejando al mundo entero una imagen totalmente diferente como país en pleno desarrollo, a la que con tantos esfuerzos construimos durante la administración Uribe y con tanta esperanza pensamos que va a continuar con Santos. Es hora de enfriar la cabeza, aunque tengan que morderse la lengua nuestros dos líderes, porque tenemos problemas muy difíciles por delante que necesitan una unión monilítica entre los grandes jefes del país.
P.D. Definitivamente los hombres solteros saben más de las mujeres que los casados; si no fuera así ya se hubieran casado.