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Isabel Vallejo
LA PATRIA | MANIZALES
Dos ángeles custodios, una aldea para samaritanos y una cueva que comparten el leñador, carpintero y herrero son los cuatro elementos que este año Luz Elena Marulanda le añadió a su pesebre, el mismo que cumple 23 años de tradición, y que es reconocido en la calle 10A, del barrio La Enea de Manizales, por su belleza y capacidad de reunir a los vecinos en torno a la víspera del nacimiento del Niño Dios.
"Lo empecé armando en la sala, fue creciendo, pues cada año le metíamos más casas y personajes, hasta que ya no cabía y decidí con mi familia armarlo en el garaje", dijo.
Y así fue. Cada año, su hermano y papá le colaboran con el montaje de una tarima de madera de tres metros por tres metros. Esta ocupa la mitad del estacionamiento, y es allí donde levantan el pesebre lleno de detallitos, que solo Luz puede explicar: "Le hice cerca de 500 agujeros a los telones para que las luces parezcan estrellas, la fuente de agua trabaja con agua reciclada, la malla protege la estructura...", relató.
Desde el mismo día del alumbrado en homenaje a la Virgen María, pasando por las Novenas de Aguinaldos hasta la llegada del hijo de María, los moradores más cercanos llegan a la vivienda de Luz para rezar en familia y dar gracias a Dios por los favores recibidos.
"El 24 le damos un refrigerio a los niños y celebramos el nacimiento del Niño Dios", concluyó.