No sé si tenía demasiadas cosas en qué ocuparme o soy escéptica ante estas interpretaciones fatalistas o estoy convencida que lo único real es ‘el aquí y el ahora’, por alguna de estas razones o por cualquier otra, nunca pensé que estábamos cerca del fin del mundo; puede que esté cerca o puede que no, finalmente creo que el único que sabe el día y la hora es el Padre. Algunas de las 7 profecías de los Mayas hablan de una etapa de transición fundamental hacia una nueva época de armonía que requiere un cambio en la forma de pensar del hombre, en su nivel de conciencia y en la forma de relacionarse con el Universo.
La primera profecía habla de ‘el tiempo del no tiempo’, una etapa de 20 años que empezó en 1992 y que termina en el 2012, donde la humanidad entraría en un período de grandes cambios y aprendizaje. Siete años después del comienzo de este ciclo empezaría una época para que el hombre analice su comportamiento con el mismo, con los demás, con la naturaleza y con el planeta. Un período de transformación para eliminar el miedo y la falta de respeto en todas nuestras relaciones.
¿Qué sentido tiene esta profecía para nosotros? ¿Qué inquietudes nos genera este planteamiento? ¿Cuáles son los miedos que necesitamos dejar, como individuos, como empresas, como sociedad? ¿Estamos aceptando y valorando al otro como un ser legítimo? ¿Cómo nos estamos relacionando con nosotros y con otros?
El mundo no se acabó el pasado 21 de diciembre, pero aprovechemos este llamado de atención de los Mayas y el comienzo de este nuevo año, para hacer un alto en el camino y reflexionar sobre los ciclos de nuestra vida que necesitamos cerrar, las situaciones que no deberíamos seguir repitiendo, las oportunidades que necesitamos generar, las nuevas historias que quisiéramos contar. Podemos esperar la siguiente profecía o el mago que ponga su varita mágica en nuestra vida, en la empresa, en nuestra ciudad, o podemos tomar la decisión de hacer algo ahora.
Cerrar, despedirse, terminar un ciclo nos puede generar nostalgia, tristeza, en ocasiones miedo, a veces rabia y está bien. Sentir estas emociones es legítimo y sin embargo estancarnos en ellas no nos deja avanzar. Si nos quedamos en la tristeza no tendremos fuerzas para abrir nuevas puertas y encontrar nuevos caminos; si nos dejamos atrapar por el miedo vamos a estar escondiéndonos y protegiéndonos indefinidamente; y si permitimos que la rabia se quede con nosotros más del tiempo necesario vamos a tener tantas espinas que nadie se nos va a acercar. ¿Cuál podría ser entonces el camino?
Para cerrar y seguir avanzando deberíamos empezar por reconocer que lo que se está terminando nos permitió obtener algunos beneficios, resultados, satisfacciones y probablemente felicidad durante un tiempo; que nos ayudó a madurar y aprender; que nos convirtió en el ser que hoy somos. Son los regalos por los cuales podemos estar agradecidos.
Después del fin sigue un nuevo comienzo solo si estamos dispuestos a descubrir y dejarnos sorprender por lo que viene. Para ello necesitamos aprender a hacer cierres, a despedirnos con gratitud, a reconocer que las situaciones positivas nos dan felicidad aunque se terminen; y las situaciones difíciles nos enseñan y nos ayudan a crecer y también se terminan. Cada momento que pasa se acaba y nace algo, es parte de un proceso natural.
Empezar este año 2013 preguntándonos cuales son los nuevos ciclos que necesitamos abrir podría ser una forma interesante de construir una agenda llena de posibilidades en los diferentes ámbitos: personal, empresarial, académico, de Ciudad.
Lo invito a iniciar este año, no con una larga lista de buenos propósitos que probablemente se queden en el papel; más bien a escoger una sola cosa, algo que no quiera tener en su equipaje este año. Reconózcalo sin importar si es bueno o malo, revise lo que recibió de esta situación o persona, mire que quiere conservar y que va a dejar, sonría con su corazón y diga gracias, despídase amorosamente y cierre el capítulo. Defina lo que necesita para este nuevo comienzo, póngalo en palabras y mire cómo lo va a conseguir, que necesita aprender para avanzar y cuál es la intención que va a poner para ello.
He descubierto que, sin importar el resultado, la mejor intención es la del amor universal, la de tratar de hacerlo mejor cada día y permitir que las cosas fluyan. Bienvenido este año y que nuestras intenciones vayan más allá del papel y se conviertan en acciones y resultados para todos, para nuestras vidas y para la Ciudad.
‘Los mayas no hablan del fin del mundo, es más, específicamente dicen que todo se transforma, que lo único que permanece es el espíritu, en su viaje de evolución hacia niveles superiores. La profecía maya más bien nos habla de cambios que ocurrirán a nivel físico en el planeta y en la conciencia de la raza humana’. http://www.profeciasmayas2012.com/
Coach ontológico
Conversación estratégica y Aprendizaje transformacional