Hace más de cuarenta años escribió Gonzalo Arango, fundador del Nadaísmo: "hemos escarbado los basureros como gatos famélicos en busca de la suciedad humana y nos ha parecido que el hombre es el animal más puerco de la zoología".
Hacía alusión a la manera a veces imbécil y tonta de vivir, al modo falto de toda responsabilidad como a veces nos comportamos al vivir en este mundo; vivimos deseando otros mundos, viendo seres de otras galaxias pero olvidamos que es en esta Tierra donde nosotros debemos desarrollar nuestra historia personal y social.
Estamos palpando el problema de la cantidad de basuras que a diario estamos produciendo los humanos sumando la suciedad en el ámbito donde existimos; la basura mal usada se convierte en verdadero problema que llega a convertirse en situación de salud pública.
Después de las festividades navideñas y de Año Nuevo queda la preocupación de nuestra mala conducta: crímenes, asaltos, robos, violaciones, gastos irracionales, tragedias por el uso irresponsable de la pólvora, altísimo consumo de licor y drogas.
Prácticamente se tira al mar del olvido lo leído el día de la Natividad tomado de la carta de Pablo a Tito: "hermano, el amor de Dios se ha hecho visible para traernos la salvación y enseñarnos cómo vivir en este mundo; cómo llevar una vida moderada, justa y religiosa"; aunque sería mejor preguntar quién escuchó esta palabra proclamada en el gozo de la Navidad.
Con razón hay grave temor frente a las festividades feriales que ya están a la puerta en nuestra ciudad, pues es visible la manera alocada como muchos toman estos días y el despilfarro y la exageración en los gastos y el consumo de licor se hace preocupación seria.
No se trata de suprimir la fiesta como expresión cultural de una raza que muestra así su capacidad de acogida, creatividad y fraternidad, sino de dar buen cauce al descanso para que no quede destruida nuestra existencia y no dejemos por el suelo el comportamiento humano y solidario.
Esta preocupación no es nueva, el interés por aprender a vivir bien en este mundo que nos toca como tarea y arte viene acompañando a quienes tienen responsabilidad de dirigencia.
Encuentro que el 2 de enero de 1673 se hizo pública una carta pastoral del obispo de Santiago de Cali, Bernardo Quiroz, en la que se requiere a los fieles el uso de buen comportamiento en los festejos populares de Navidad y Año Nuevo.
Dos siglos más tarde, el 2 de enero de 1859, el obispo de Buenos Aires decreta la suspensión de varias fiestas religiosas comentando que éstas producen falta de oficio y despilfarro de tiempo.
Ojalá empecemos este nuevo año con propósitos de responsabilidad personal y social, fraterna y creativa, como presencia útil en este mundo.