Todos los días, ¿por qué no?, podemos desearnos felicidad, aciertos y armonía con los seres que habitamos el mundo. Eso quiero hacer con mis lectores, al augurarles felicidad y paz para el año 2013.
Quiero reiniciar mis columnas en LA PATRIA, interrumpiendo momentáneamente el relato del viaje a Islandia, para hacer un comentario sobre los hechos de Venezuela. Aislado por la lluvia en un pueblito de la selva amazónica decidí este 10 de enero sentarme a ver televisión, cosa que hago pocas veces. Andaba por el mismo pueblo un venezolano que había sido chavista y ahora se ha desengañado totalmente de su ídolo hasta el punto de convertirse en detractor declarado de Chávez y de la camarilla que lo rodea. Nos encontrábamos indios, colonos, coqueros y nosotros, reunidos frente al único televisor del pueblito. El venezolano, que a todas luces parecía un hombre ilustrado por su manera de hablar y por el conocimiento que demostraba de amplios aspectos de la cultura y de la política, decía que íbamos a presenciar la posesión,"córpore insepulto" de Chávez. El latinajo sonaba gracioso.
Toda esa impresionante lagartería y lambonería de la masa popular hacia el gobernante enfermo, me repugnaba, pero la entendía. Viven de él, del pescado diario que les da, no propiamente del arte de pescar, que no les enseña. Pero más me repugnaba y producía náuseas la abyección de la camarilla de gobierno que rodea al coronel. Llegué a pensar, (¡malicioso que es uno!) que bajo esa lluvia de elogios y exaltaciones quizás se esconde el deseo de que se muera pronto para acceder al máximo cargo de Venezuela. Y me vino a la mente una máxima que leí hace muchos años y que con el trascurrir de los mismos, o sea de los años, cobra más vigencia, incuestionable vigencia. Y así reza: "A los altos puestos como a las altas cumbres solo llegan las águilas por su propio vuelo y los reptiles arrastrándose". Acudiendo a consentidas sátiras me alegré de que al menos hay una especie que no está en vías de extinción, ahora que los amantes de la Tierra ponemos el grito en el cielo por la trágica desaparición de plantas y animales. Al menos los reptiles y toda clase de lagartos se reproducen a satisfacción, a su aire y sin enemigos que amenacen su supervivencia.
Con muchos parecidos y con grandes diferencias esta manifestación de exaltación suprema del ídolo, casi como si fuera un dios, me recordaba lo acontecido con Hitler en sus multitudinarios mítines. Hablo de las películas y filmaciones que existen sobre tales hechos y realizadas por Leni Reinfesthal, la talentosa cineasta propagandista del régimen nazi, a la que tuve la suerte de conocer y que murió en 2003 a los 101 años. Esa glorificación masiva de un gobernante hasta esos extremos, como se ha visto, se ve y se seguirá viendo, solo es buena como registro anecdótico y material de estudio para la historia, pero es letal para los pueblos así sometidos y entregados. Lo que está aconteciendo con Venezuela me hace dudar, una vez más, de la manida afirmación de que los pueblos son sabios. Más bien diríamos que las necesidades del estómago hacen tambalear la sabiduría de los pueblos y que muchos de estos se merecen los gobernantes que tienen. Todos queremos lo mejor para Venezuela, nuestro pueblo hermano.