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Una semana de tornados

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- La situación política mundial se mueve más que una montaña rusa, y al final de un período terminamos más mareados que los pasajeros del Titanic. Comencemos por el acontecimiento inédito más importante de los últimos seiscientos años que tuvo lugar en el seno de la Iglesia Católica. El jueves fuimos testigos de la renuncia al trono de San Pedro de su santidad Benedicto XVI, que como católicos practicantes, aunque estaba flotando en el aire desde hace varios días, no dejó de estremecernos.

La época en que le tocó a Joseph Ratzinger conducir la pesada nave de un catolicismo con más de 1,2 mil millones de adeptos, ha sido sin duda una de las más difíciles que papa alguno ha tenido que enfrentar. Si bien es cierto que a lo largo de la historia se han presentado situaciones muy complicadas, tal vez la atmósfera que rodeaba en esos tiempos los hechos hacía que se menguara un poco el sentimiento de dificultades en las que nuestra religión ha tenido que mantenerse a flote.

Sentimos que el papa renunciante fue un gran nuestro pastor, y vimos con satisfacción cómo la Iglesia fue mostrando una imagen mucho más humanitaria gracias a la dedicación con que se entregó Benedicto XVI.

Las tremendas ambiciones en el interior de la Iglesia, los gravísimos peligros de la pederastia, la preocupación por los nubarrones de guerra que amenazan a los países sudesarrollados, incluyendo el terrorismo del cual no está exento ninguna región del mundo, los riesgos económicos de los países poderosos que caminan por el filo de la navaja, fueron algunos de los retos a los cuales tuvo que ponerles el pecho.

Pues todos estos jinetes del apocalipsis fueron a los que tuvo que enfrentar con un insuperable valor espiritual el pastor, que, oyendo el llamado de Cristo y demostrando una infinita humildad, entregó el legado que Dios le había encargado para que, como él mismo reconoció, llegaran manos con más fuerza humana, pues su poder espiritual era y sigue siendo asombroso para trazar el derrotero de bien que nos deja de herencia.

Con gran pesar, pero con enorme esperanza de que los frutos que nos dejó caigan en tierra fértil, le decimos adiós a un ser humano difícil de igualar, y quien será recordado con inmenso cariño, como aquel que no se ha bajado de la Cruz, y quien desde su retiro seguirá siendo el guía de nuestra religión como un sencillo compañero en el camino de nuestro diario vivir.

- Esta semana, como ha pasado desde hace más de cuatro meses, volvió a ponerse en ebullición el caldero donde se cocina uno de los más oscuros episodios de la política venezolana en toda su historia, motivado por los miles de tuiters informando que por orden de las hijas de Chávez, este fue desconectado por tener muerte cerebral.

Por razones de trabajo tengo contactos con amigos europeos, quienes cada vez se asombran más de lo que está pasando con nuestros vecinos y el fantasma de un presidente de quien hace muchos días no se tiene la menor idea de si vive o muere, si está en Caracas o sigue en La Habana, si puede hablar o se lo impide una cánula, si está en estado comatoso o si es capaz de resistir una conferencia de cinco horas con sus esbirros, si todavía sigue siendo presidente o el mando total lo tiene un tal Maduro que todavía está muy biche para manejar una situación tan complicada.

Hasta hace algunos días, yo me atrevía a opinar sobre lo que podrá suceder al destaparse la caja de Pandora, pero tengo que confesar que este escalofriante asunto, en el cual ni los muertos aparecen, me han acabado con el sentido de análisis que frecuentemente usamos para opinar sobre los distintos problemas que van apareciendo.

Y lo que más admira de esta situación es que a medida que pasa el tiempo, el misterio se va haciendo más impenetrable y de golpe se nos aparece vivo el Coronel, y entonces nos vamos a dar un susto del carajo. Esto es lo que se puede denominar una verdadera semana de tornados.

No he querido tocar a esta hora -10 p.m del jueves-, lo que estamos viviendo con el peligroso paro cafetero, porque tenía la esperanza de que las cosas iban a amanecer más claras. Lamentablemente la situación -viernes a las 6 a.m. -se está poniendo peor, y los terroristas, que se han infiltrado con los trabajadores de verdad, ya casi alcanzan su meta de ocasionar una desgracia, y entonces las consecuencias serán catastróficas. Ojalá no lleguemos a extremos muy difíciles de controlar.

P.D.: En Colombia tenemos los mejores parlamentarios que el dinero pueda comprar.


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