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CARLOS HERNÁNDEZ
LA PATRIA | MANIZALES
Han pasado cerca de dos meses desde aquel domingo en que el padre Álvaro Salazar llegó a Manizales. Fue un día maratónico. Después de viajar en carro desde Medellín, donde vivía, arribó a la sede de los claretianos, en la calle 50, se instaló como pudo y siguió al barrio San Sebastián, donde esa tarde una multitud participaba en una misa al aire libre.
No era una situación extraordinaria. La comunidad de ese barrio, asentado en la inclinada Comuna Ciudadela del Norte, nunca ha contado con templo. Los adultos recuerdan que hasta hace cinco años, durante la semana, vivían una especie de sequía eucarística que terminaba cada domingo, cuando el padre Napoleón Gómez, párroco de sus vecinos de Bosques del Norte, celebraba bajo una carpa una misa en la mañana. Para Semana Santa, sin embargo, les tocaba integrarse a las procesiones del barrio contiguo.
La salvación ha comenzado a llegar de a poco. Primero fue con el padre Giovany Toro, hace cinco años, a quien justo días antes de una Semana Santa designaron especialmente para San Sebastián. Todo comenzó a cambiar a pesar de que él vivía en Pereira. Los fieles, al menos, ya no tenían que "pedir prestado" el sacerdote. Se oficiaban dos misas cada domingo (a las 10:00 a.m. y a las 5:00 p.m.), y en semana también se podía si se le pedían con tiempo.
"Giovany fue el padre de todo", expresa Orfalina Marín, feligrés incansable. Con él vivieron aquella Semana Santa, y comenzaron a organizarse como comunidad católica, siempre en busca de templo. Alquilaron una casa, que llaman la casa pastoral, a donde invitaron a la gente a catequesis y a clases bíblicas que hoy se mantienen, e incluso montaron un restaurante para ancianos que funcionaba entre miércoles y viernes, y que ha contado hasta con 50 comensales diarios. Nació entonces el Proyecto parroquial Corazón de María.
Como a Giovany lo trasladaron a Venezuela, en la casa se siguen reuniendo con el padre Álvaro, quien desde aquella tarde dominical trabaja igual de fuerte a su antecesor, y en días recientes mucho más con motivo de una nueva Semana mayor.
Lo de menos
La experiencia de San Sebastián demuestra que la falta de templo, a la hora de una Semana Santa, puede ser lo de menos para una comunidad católica realmente unida. Esa carencia, claro, siempre significará una especie de hueco, la falta de un punto de llegada propio, imponente, que encarne la casa de todos. Incluso para lo básico, como lo reconoce Aura Rosa, colaboradora del padre Álvaro: "para que no nos mojemos cuando llueve". Sin embargo, los feligreses han creado un vínculo tan fuerte que estas celebraciones las organizan como si siempre hubieran contado formalmente con ese espacio.
El centro de operaciones es la casa pastoral. Tiene dos pisos, en el primero de los cuales suelen reunirse con el padre Álvaro los 27 misioneros consagrados, es decir, habitantes del barrio que participaron en una formación especial, incluidos estudios y retiros espirituales, y hoy son colaboradores. En el grupo están Orfalina y Aura Rosa, así como Ana Lucía Duque, Deyi Danery Silva, Alicia Zuluaga y Miguel Ángel Nieto, quienes hablaron con LA PATRIA.
Ana Lucía cuenta que la convocatoria para las procesiones es relativamente sencilla, pues los habitantes mantienen una fe tan arraigada que solo esperan la confirmación de la hora y el lugar de partida. De todas formas hay mecanismos de difusión, como en cualquier parroquia. Este año, por ejemplo, mandaron imprimir un folleto con la programación. Los recursos provienen, entre otras fuentes, de un ropero que funciona en la casa pastoral, o de actividades comunitarias como rifas.
La masiva asistencia se confirmó el pasado domingo en la procesión de ramos. La mujer calcula que, por lo general, a una misa de domingo en la mañana acuden 340 fieles, mientras que en la tarde lo hacen 180. "Para Semana Santa incluso se nos une gente de Bosques del Norte", agrega. Paradójicamente, del barrio a donde tantos años acudieron por estas fechas.
En la mentada casa también se programaron charlas espirituales para adultos y la celebración de la pascua infantil.
El sueño
El problema, por encima del notorio fervor, es que la casa es muy estrecha, algo que los hace pensar más y más en el templo. "Es lo que más deseamos", afirma Orfalina. "El día que digan que tienen el lote, me reviento de la alegría", admite Aura Rosa. "Seré la primera que se ponga las botas. Así la iglesia sea de madera. En Comuneros empezaron con cuatro guaduas y tres latas de cinc", recuerda Deyi Danery. Ella se refiere a la experiencia que vivieron hace unos años los habitantes de ese barrio, también de la Ciudadela del Norte, donde el padre Diego Rivera gestionó, no sin mucho esfuerzo, la construcción del templo Juan Pablo II.
En San Sebastián, hasta ahora, se ha dificultado conseguir un lote porque la Alcaldía no ha habilitado ninguno. No han dado frutos las peticiones de las dos juntas de acción comunal ni de la propia Arquidiócesis.
El padre Álvaro le dijo a este diario el jueves pasado: "el templo, como lugar de encuentro, sería la consolidación de la madurez que ha alcanzado la fe de esta comunidad, que tiene una vitalidad impresionante. Me parece heroica la actitud de la gente".
Eso lo corrobora Aura Rosa, quien asegura que mientras tanto ella y quienes asisten a las celebraciones como las misas dominicales continuarán firmes al frente de aquella carpa: "así comience a llover o a hacer mucho sol, ahí terminamos".
Para ayudar
La comunidad del proyecto parroquial Corazón de María, en el barrio san Sebastián, de Manizales, solicita colaboración para la actividad de integración de su comunidad que se desarrollará el próximo sábado en la noche. La persona o institución que desee vincularse puede llamar al padre Álvaro Salazar al número celular 3103474541, o a Miguel Ángel Nieto, al 3146680485.